Carta a un nómada recién llegado, IV

Ajustar perfectamente una flecha para un arco y para un arquero determinado sobrepasaría  con creces la intención y la extensión de esta carta, ya larga de por sí. Ya sabes que los materiales usados para este menester son la madera, el aluminio y el carbono, y que todos ellos cuentan con sus propias ventajas e inconvenientes. Para empezar, deberías mantenerte alejado, mostrando así tu respeto, de la madera: es un material muy caro, inconsistente y vivo, lo cual quiere decir que hay que vigilar de continuo su rectitud, lo que unido a su relativa fragilidad desaconseja su uso por principiantes. También es cierto que nada hay más bello, a los ojos de la tribu, que una docena de flechas de madera, con sus plumas naturales, su dipping y su cresting, con ese aire mortífero que tan adecuadamente expresa la madera; no te preocupes, todo llega… Lo mejor es que comiences usando aluminio o carbono. Las flechas de aluminio son las más sencillas a la hora de ajustarlas para un arco en particular; sin embargo, las de carbono son más duraderas  -aunque algo más caras-  y ofrecen un amplio rango de ajustes, a base de pesos para modificar la rigidez del tubo… bueno, ya oirás hablar de este asunto, algo complejo, más adelante. Sí, también oirás a muchos hermanos argumentar acaloradamente a favor y en contra del carbono, pero lo cierto es que día a día este material ha ido demostrando su validez para la correcta práctica de la caza con arco, una vez superada una absurda leyenda negra sobre la que quizás hayas tenido alguna noticia. Un aspecto extremadamente importante del carbono radica en su capacidad para mantener su rectitud y su rigidez tiro tras tiro, factor crítico para un arquero novel, porque le permitirá distinguir con facilidad los puntos flacos de su estilo de tiro, cuando sus flechas comiencen a acertar en el blanco.
Dadas las diferencias existentes entre la rigidez propia del carbono y la del aluminio, tanto a nivel dinámico como estático, suele ser aconsejable emplear un tubo menos rígido que lo que cualquier tabla de ajuste indique. De nuevo, deberás buscar el consejo de tus mayores en este asunto, hasta que puedas volar por ti mismo.
Conseguir un perfecto vuelo de la flecha es, como podrás comprobar, imprescindible para lograr el triunfo en la caza con arco, mucho más en la modalidad que reúne junto a la hoguera a tus hermanos, los nómadas.

LA PUNTA DE CAZA

Su elección es algo tan personal como escoger un arco frente a otro, o este carcaj sí y no aquél de más allá. Baste decir que debe estar tan afilada como para que puedas afeitarte con ella  -literalmente-  y que entre nosotros tiene más predicamento la punta de dos hojas fijas con punta de corte, es decir, aquella que comienza a cortar nada más impactar sobre el animal. Fijas o roscables EPS, encontrarás toneladas de información en la red y entre nosotros, muy posiblemente disfrutes de agradables momentos aprendiendo a afilarlas por ti mismo, lo que es todo un arte, créeme.

Bien. Hemos llegado al final del principio, de tu propio y personal principio. Espero no haber ofendido tu paciencia, pero la tremenda importancia de los asuntos aquí expuestos requería, opino, una cierta extensión.

Nuevamente, te doy la bienvenida, en nombre de todos nuestros hermanos, que cada vez son más. Ahora que te has hecho un hueco junto a la hoguera, ponte cómodo y apréstate a escuchar, a aprender y, por encima de todo, a disfrutar de todas las maravillas que la afición que has escogido tiene preparadas para ti.

Así pues, tú y yo somos de la misma sangre. No olvides nunca, pequeño hermano, que sólo quien comparte perdura, sólo quien enseña aprende, sólo quien se juega el honor en el lance es digno de merecerlo.

Somos nómadas, somos tribu.

Un fuerte abrazo y buena caza.

Leizael

Acerca de Leizael

Abogado, juntaletras, cazador arquero apasionado... y muy poca cosa más, creo.
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3 respuestas a Carta a un nómada recién llegado, IV

  1. LUIS MIOTA IBARRA dijo:

    Muchas gracias Leizael por tan generoso gesto, he leído con auténtico placer tu bienvenida y nada hay más reconfortante cuando braceas en el mar de dudas, bastante bravo por cierto, que un marino de 10 pendientes te tire un salvavidas o un cabo justo a un palmo de tu cara. No se si llegaré a militar en las filas de los nómadas algún día, pero desde luego la sangre me hierve.
    Un abrazo y muchas gracias.

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